Un poema de Carlos A. Disandro
Alas frágiles fincan en la llama,
y descienden de un cielo,
cargado de presagios;
nubes glaucas y grises
como frutos ignotos
de un fuego de cólera, callado
y hostil como una espera
que trasiega la muerte coronada,
sepultan las dichosas alamedas.
Alas frágiles caen destronadas
en las ondas fatales,
circuídas de rudas tempestades,
grávidas de velas y de quillas,
desde los tiempos nítidos de espumas
y chozas destronadas.
Alas frágiles
incorporan el viento
a su tela tramada
por inhóspitos ritmos, concertados
con el fervor del mundo originario.
Y espéjanse en las aguas temerosas
las águilas cansadas,
y los frutos maduros
a punto de caer
porque es el fin del mundo.
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