Traidor

Traidor
Evitando el ablande.

lunes, 19 de julio de 2010

Un guiño de esperando a los nuevos amiguitos del martimonio

Cuando mi chico camina por la calle

grandes pianos colisionan cuando mi chico camina por la calle
hay un montón de nuevos tipos de clima cuando él camina con su nuevo ritmo
todos cantan aleluya cuanda mi chico camina por la calle
la vida es como una especie de baile que te atraviesa, desde tu sonrisa hasta tus pies
El es alucinante, es una nueva forma de vida, con sus ojos azules en llamas,
y está por ser mi mujer
el mundo hace el hula hula cuando mi chico camina por la calle
las mariposas se convierten en personas cuando mi chico camina por la calle
incluso puede ser algo ilegal, él hace la vida demasiado completa…
oh, sombras de ecos de recuerdos
oh, cosas que él trajo y había encontrado en el mar
oh, sombras de ecos de recuerdos de canciones
oh, cómo puede él saber que esto no debe seguir


The Magnetic Fields (del disco "69 songs of love")

martes, 13 de julio de 2010

Se murió este chabón

El cuerpo de Harvey Pekar fue hallado sin vida este lunes en su casa de Ohio. El autor, de 70 años sufría de cáncer de próstata, asma, presión alta y depresión. Sin embargo, todavía no se ha determinado la causa específica de muerte y se está a la espera de una autopsia.


Hijo de emigrantes polacos, maniático y de carácter más que peculiar, Pekar comenzó a publicar sus cómics autobiográficos American Splendor en 1976. Una época en la que estaban en pleno auge las historietas de héroes con superpoderes y en la que él se atrevió a hacer algo totalmente diferente: contar las miserias, tragedias y algún que otro pequeño y efímero triunfo de un hombre anónimo.

En American Splendor trazó una crónica de la cruda realidad cotidiana en Estados Unidos basada en sus propias vivencias que recreaba en el cómic sin concesiones, con dureza y sobre todo con elevadas dosis de sarcasmo y desencanto. Historias de un perdedor que pronto le convirtieron en un autor de culto. Etiqueta que Pekar también odiaba.

martes, 6 de julio de 2010

Robespierre, Sade y la ley natural.


Por Gregorio Arnedo Pindal
Una comparación entre el discurso del 3 de diciembre de 1972 de Robespierre y el opúsculo Franceses, un esfuerzo más si queréis ser republicanos, del Marqués de Sade, podría hacerse en vista a los objetivos que persigue cada texto.

En su discurso, Robespierre procura convencer a la Convención acerca de la necesidad de matar al destronado rey sin juicio previo. Un juicio, sostiene, implicaría la posibilidad de que el acusado fuese inocente, y la mera posibilidad de la inocencia del rey haría tambalear la república naciente. La idea de juzgar al rey, dice Robespierre, es contrarrevolucionaria y “si Luis es inocente, todos los defensores de la libertad se transforman en sus calumniadores”.

El texto de Sade se propone demostrar la necesidad de un cambio radical en la moral, la religión, las leyes y las costumbres francesas para apuntalar y darle bases sólidas a la nueva república. Dice Sade a los franceses: “sois demasiado ilustrados para no sentir que un nuevo gobierno necesitará nuevas costumbres”.

En principio, entonces, ambos textos coinciden en su vocación republicana. Y los argumentos que despliega tanto Sade como Robespierre son similares en algunos puntos. Ambos, por ejemplo, apelan al derecho natural, a la Naturaleza, para exigir de los ciudadanos los actos necesarios para salvaguardar la república. Robespierre alega que la idea de un juicio basado en el derecho civil, un juicio corriente, no es aplicable al juicio de un rey, puesto que este rey está fuera de ese derecho. Entonces, a un rey debe juzgársele en otro marco: “cuando una nación se ha visto obligada a recurrir al derecho de insurrección, vuelve al estado de naturaleza en relación al tirano. ¿Cómo podría éste invocar el pacto social? Él lo ha aniquilado”. He ahí el crimen del rey: aniquilar el pacto social con su tiranía. Al quedar fuera del pacto social, el rey queda fuera de la humanidad misma, se convierte en su enemigo, y por este motivo debe (no puede sino debe) ser exterminado. “Ante los ojos de la libertad no hay nadie tan vil”. Robespierre se manifiesta contra la pena de muerte, excepto en este caso: el rey es el único que justifica la pena de muerte. Su asesinato es necesario para la supervivencia de la república, no es un crimen. El único criminal es Luis.

Sade, a su vez, propone una ley del goce, del placer, basado en lo que da en llamar la ley natural. Esta ley natural, que es la que la república debe adoptar, es contraria a la ley sostenida por el antiguo régimen, que se fundaba en Dios. La ley natural no sólo permite, sino que exige y considera virtuosos los actos relacionados con el goce que la vieja ley proscribía como crímenes: “¿Es posible imaginar que la naturaleza nos diera la posibilidad de un crimen que la ultrajaría?”. Así, asesinato, violación, incesto y robo se convierten en virtudes bajo el imperio de una república regida por la ley natural. “No tengáis otro freno que el de vuestras inclinaciones ni otras leyes que vuestros deseos ni otra moral que la de la naturaleza”. Las pasiones que la Naturaleza pone en el hombre deben ser obedecidas hasta alcanzar la saciedad; esta saciedad fundará el nuevo orden republicano.

Este movimiento argumentativo mediante el cual ambos autores apelan a la Naturaleza como elemento fundante del nuevo orden y como garante del nuevo derecho, tiende, en ambos textos, a correr los límites legales establecidos hasta el momento por la sociedad. De este modo, crimen y virtud intercambiarían lugares, y lo que hasta el momento había sido considerado criminal, pasaría a ser visto, desde la óptica "republicana", como algo virtuoso. Así, roto el pacto social por parte de Luis, y separado del resto de la humanidad, su asesinato sin otro juicio previo más que la revolución misma, dejaría de ser un crimen para convertirse en un virtuoso acto de justicia del nuevo orden republicano. Juzgarlo sería un atentado contra la república. Lo mismo, en Franceses, un paso más..., al dictarse nuevas leyes acordes con el ateísmo y el naturalismo republicanos, todos los delitos surgentes de las pasiones naturales del hombre se convertirían en virtudes, y su seguimiento hasta las últimas consecuencias en ley.

Pero para Sade el derecho al goce es individual. La Naturaleza funda un derecho que atañe a los individuos y sus deseos de manera particular. Cada persona debe seguir sus inclinaciones y las demás personas no deben ni pueden negarse a complacerla. En cambio, Robespierre invoca únicamente el estado de naturaleza en que queda el rey con respecto al pueblo al romperse el pacto social. Es decir que se trata de un derecho colectivo para con una sola persona, no de derechos y obligaciones interpersonales. El rey, el representante de Dios en la tierra, es alguien que está aparte del resto de la sociedad; dentro de la sociedad, una vez muerto el rey, el viejo pacto social sigue funcionando como siempre.

Podría decirse, entonces, que Robespierre busca correr los límites de lo considerado crimen y virtud, para justificar un solo acto, fundamental para la república: el asesinato de Luis. En cambio, Sade lleva hasta sus últimas consecuencias lógicas (hasta el absurdo, diríamos) el razonamiento de Robespierre: el crimen revolucionario debe profundizarse para que la república francesa sobreviva; no basta con matar a un rey, debe legalizarse el asesinato; no vasta con considerar virtuoso un único acto criminal, debe considerarse virtuoso todo crimen. “Una nación que empieza a regirse como república sólo se sostendrá mediante virtudes (...); pero una nación ya vieja y corrompida que sacuda valientemente el yugo de su gobierno monárquico para adoptar el gobierno republicano sólo se mantendrá a través de muchos crímenes, pues ya está sumida en el crimen, y si quiere pasar del crimen a la virtud, o sea, de un estado violento a un estado tranquilo, caerá en una inercia cuya ruina segura será pronto el resultado”. He ahí el credo político del marqués de Sade. Hasta qué punto es pura ironía o velada reacción contrarrevolucionaria, hasta qué punto la república es para el ciudadano Sade un sistema criminal, resulta difícil decirlo aquí.