Si
sos mina, en el día internacional de la mujer trabajadora Groupon te manda
ofertas de peluquería y centros de estética a tu mail. Superofertas de alisado
definitivo y depilación eterna con fotos de chicas esbeltas en triquini. Esto,
por supuesto, irrita a las militantes feministas abonadas a Groupon, que
preferirían que se recuerde a las obreras quemadas en la fábrica de camisas
Triangle Shirtwaist, en Nueva York, en otro siglo diferente del nuestro.
Lo
que también irrita a las ultras del feminismo son las colaboracionistas: esas
mujeres que muestran el culo en las revistas y en el programa de Fantino, que abonan
el mito falocrático del príncipe azul haciéndole el juego a la logia machista que controla el mundo. Esas mujeres, por ser mujeres, son peores que
los jefes pajeros del microcentro que le regalan flores a la secretaria tercerizada:
cuando las amazonas controlen la
Tierra, esas chicas serán rapadas para que todos las
reconozcamos por la calle.
También
hay colaboracionistas más pacatas, menos putas pero más zorras, para hablar en términos falocráticos
y nada feministas, porque refuerzan la vieja tradición patriarcal de los
descendientes de Abraham. Son señoras medievales que cocinan y tienen hijos que
van al cole con uniforme, y además salen en la tele y apuestan a la familia
como modo básico de socialización. Maru Botana es el Aleph de esta clase de
mujeres: ella las contiene a todas desde el inicio de los tiempos hasta el fin
de los siglos. Maru es lo que ninguna mujer luchadora querría ser. La odiamos,
aunque se le haya muerto un hijo.
Porque
hijos se le mueren a cualquiera. A las gordas cooperativistas y manzaneras del
conurbano, por ejemplo, se les mueren porque los pisa el tren, porque los clavan para afanarles el celu, porque se pasan
de paco o porque a un sargento de la bonaerense se le cantó el culo fifarse un
pibe en el calabozo. Y toda esta lucha contra las trolas de la revista H y Maxim,
contra las monjas y el Papa, contra Scioli, Macri y De Vido, contra las
promociones del Banco Ciudad, todo este constante pujar y respirar, respirar y pujar
para parir un mundo en el que haya aborto gratis, maridos incendiarios presos, cantautores
políticamente correctos, etcétera-etcétera-etcétera, es por ellas, por las
señoras no escolarizadas de Berazategui y el Chaco. Aunque ellas ni lo sepan ni
les importe ni vayan a entender nunca los términos semiológicos en que se
expresa lo más culto de esta internacional dedicada al combate contra la cosificación
de la mujer. Y es una lástima que no lo sepan, porque si así fuera se unirían a las costureras chinas con menopausia prematura,
dejarían de lado las prebendas del Estado machista, devolverían la netbook y la AUH y la humillante jubilación
de ama de casa, y ganarían las calles y plazas y prostíbulos ruteros al grito de “¡mujeres del
mundo, uníos contra la dictadura del pito!”.
Igual,
si no te registrás antes, Groupon no te jode.
No hay comentarios:
Publicar un comentario